viernes, 28 de marzo de 2014

Callan me

Si hiciera yo de mi habla, qué ojetes coléricos mirarían me.
Pero vaya que treméndula gana de desgarrar mi lengua tengo, y con ello la garganta, y con ello el corazón. Y vaciar hasta mi lóculo intestino de furia, sobre las arrugas de la piel, inmaculada vejez, conservadora estupidez. Y empapar sus neuronas del más mínimo común de los sentidos. Imbesilidad viral, ignorancia que contagia, como quien propaga gripe en estornudo. Están enfermo de sumiso, ciego de sumiso, vacío, inerte, inerte!
Y callanme, callanme como en idiota convirtiéndome. A veces escucho el lamento tortuoso del compañero, que en voz sigilosa se apaga, como el sol que no alumbra, como el aire que se ahoga, y observo sus mecánicos movimientos; una estúpida máquina.
Y no quiero esperar, quiero el puño empuñar, y a la necedad del necio pisotear.
Y bah!, Pienso y pienso. ¡Qué mierda hago en el infierno!